Es el colmo a lo que hemos llegado. O a lo que han llegado los políticos para cometer actos que van en contra de la moral. Se supone que una figura política, como lo es un diputado, que representa al pueblo en el primer poder de la República, debe dar un ejemplo de buenas acciones para que ese pueblo que él representa, aprenda e imite esas acciones.“Bienvenido” es un buen diputado. La frase puede confundir. Pero no se deje engañar. Puede que haya algo oculto dentro de ella.
Al consultar el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, me di cuenta que la palabra “ocultar” tiene 3 acepciones, la primera de ellas es la más común: esconder, tapar, disfrazar, encubrir a la vista. Un ejemplo de ello puede ser, no se, lo primero que se me ocurra: tapar la placa de un carro de uso oficial para que pueda circular cuando se lo impide la restricción vehicular. Su segunda acepción es: reservar el Santísimo Sacramento. Esto se refiere, según este prestigioso diccionario, a guardar el día para la eucaristía, cosa que cualquier “Social-Cristiano” haría. En su tercera y última acepción menciona: callar advertidamente lo que se pudiera o debiera decir, o disfrazar la verdad. Lo podríamos ejemplificar como: no decir nada acerca de la placa que tapamos (para quedarnos en el ejemplo principal).
Ocultar, no tiene que ser siempre malo. Todos lo hemos hecho. Pregúntenle a don Bienvenido Venegas que, al ser ayudado por uno que otro “Lobo”, oculta la verdad, oculta un engaño. Dios salve a los benditos observadores, que dentro de sus muchas labores, andan buscando como “croar” por alguna parte. Esto y muchas cosas más. Es como un “PAC-quete” de sorpresas, nunca se sabe que esperar.
Volviendo a lo de la placa, cuando será que los ticos nos quitemos esa “carátula de agencia” de los ojos que nos impide ver lo que se nos oculta. “Bienvenido” a la realidad. Entre avionetas, puentes y placas, Costa Rica se cae, se desmorona, y ni la seguridad de unos, ni la firmeza y honestidad de otras, parecen poder contra tantos y tantos actos de corrupción y desacatos a la autoridad. Ahora lo que queda, don Bienvenido, es rezarle a ese santo ocultador, del cual usted parece muy devoto. Ese que viene cada mes a tapar una torta que se ha cometido en el Gobierno. Ese santo, al que tanto le rezó doña Mauren para que botara un puente, o al que le rezó doña Karla para que taparan una placa.
Si usted pretende darles la “bienvenida” a sus nuevos colegas, esos que cuatro millones de personas y yo, vamos a elegir en febrero, aconséjeles que no oculten nada. Haga usted la “Acción Ciudadana” y sea leal con ellos. Coménteles lo que les puede suceder si ocultan algo. Pueden terminar llorando en su curul, o en su defecto, renunciando por la presión. Y no queremos que el presidente tenga que salir a defenderlos y a pedirles que no se vayan. Eso se vería muy mal
Ni un Memorándum podrá callar aquellos que solo buscan un error para cantar. Ni aunque usted se disculpe en frente del “Salom”. Aceptar no basta. Hay que cambiar. O cambiarlos. ¡Hagamos el cambio ya!
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